Soñé que llegaba a Rosario y mamá estaba cocinando y me decía: “las papas que hiciste: una mierda”. Yo le reprochaba que hacía un año que no me veía.
Nos sentábamos a la mesa todos menos ella. La nona tenía que ir a mi casa a comer y yo le decía a Fabi: “¡Uy, nos olvidamos de la nona!” “No importa, llamala y mañana le hacemos unos tomates rellenos”.
De fondo se oía un piano: era mamá tocando algo a propósito triste para despertar compasión. Eran unos acordes muy sensibleros que tocaba fuertísimo. Yo la imaginaba (y la sabía) completamente bañada en lágrimas, emocionadísima, convencida ella misma de lo que nos quería convencer a nosotros.