Pseudos

Detesto a los pseudos (por favor, no neguemos la belleza de la “p” a pseudos, a psicología, a pneumático)
Los pseudo-científicos, que curan (que dicen curar) con métodos mágicos (¿no convencionales?).
Los pseudo-músicos, que graban el ruido de un tren, lo mezclan con martillazos y un motor y lo llaman “sinfonía urbana” o algo por el estilo.
Los pseudo-artistas plásticos, que desparraman al azar pintura sobre un lienzo en el suelo, la pisotean un poco y la bautizan “Alegoría de la eternidad”.
Los pseudo-actores, que se paran en un escenario a improvisar escritura automática oral en una especie de trance semi-metafísico y terminan agotados por el esfuerzo creativo.
Los pseudo-escritores, como este tipo, Paulo Coelho…
Esto es lo que se lee en la sección biográfica de la página oficial de este charlatán:

Paulo Coelho, seen by some as an alchemist of words and, by others, as a mass culture phenomenon, is the most influential author of the present century.

Paulo Coelho, visto por algunos como un alquimista de palabras y, por otros, como un fenómeno cultural de masas, es el más influyente autor del siglo actual.

Yo supongo que esto lo escribió él mismo, dado el patético uso que hace de las comas. También me quiero imaginar que con “el siglo actual” se refiere al apenas comenzado.
¿Cómo se puede lucrar así (¡y con éxito!) con la ignorancia de la gente?
Yo, como músico que soy, les puedo decir cuánto de estudio, de responsabilidad por la obra y de sacrificio hay que sufrir (bendito sufrimiento) antes de subir a un escenario.
También les puedo contar que la principal responsabilidad de un artista es jamás subestimar a su público.
Un colega mío me dijo una vez “yo para vencer los nervios de un concierto salgo al escenario, miro al público y pienso que ellos no saben nada de lo que yo voy a hacer y de cuánto por arriba de ellos estoy”.
Me parece patético. Humillante para el artista e insultante para el público, del cual dependemos.
¿Cómo podríamos dignificar lo que pretendemos hacer si pensamos o actuamos así?
Eso es de alguna manera lo que un pseudo-artista hace: despreciar y subvalorar a su público. Eso es lo que lo diferencia de un verdadero pintor, músico, actor, escritor. Un verdadero artista hace exactamente lo contrario.
¿Podemos hacer algo en contra de esta plaga de pseudos que lo único que logran es retardar el crecimiento espiritual e intelectual de la gente, que dejan contentos a su público con unas monedas cuando al alcance todos tenemos fortunas infinitas?

El libro de piedra

A mí siempre me fascinó leer, hojear enciclopedias. Debe ser un poco por eso que tiene de lectura-no-comprometida-con-el-tiempo-disponible, ya que cuando me siento a leer una novela me gusta tener mucho tiempo por delante y hacerlo de a largos tirones.
Eso de leer una novela en cómodas cuotas de 2 páginas, en la cama, inmediatmente antes que el sueño nos sorprenda con el libro boca abajo sobre el pecho no es para ufanarnos al decir “¡seeeee, yo a Kafka obvio que lo leí!”
Por eso a veces prefiero las enciclopedias. Eso con lo que Plinio o d’Alembert lograron llevar el Conocimiento Universal al alcance de todos (¡qué peligro!) Bueno… al alcance de todos, todos, no… la de d’Alembert y Diderot tenía unos 4000 suscriptores en su mejor época, pero ese es otro tema, en realidad me voy por las ramas, porque lo que quería decir es mucho más trivial.
Quizá no pocos conozcan el cuento “El Libro de Arena” de Borges. A mí me pasa todo lo contrario. Yo a menudo hojeo al azar la Oxford Illustrated Encyclopedia y no dejo de sorprenderme: sin excepción, al abrir el libro aleatoriamente, me encuentro con las mismas 3 o 4 ilustraciones de siempre (un pico para piedra, anclas, partes de una iglesia, un hacha…)
No, el libro no está abierto especialmente en esas páginas, y ellas no son pocas. Para ser más preciso, son 998.
Más me inclino a pensar que en esas páginas donde con insistencia el libro quiere abrirse (yo ya sospecho que se abre, no que yo lo abra) se esconde un mensaje que tengo que interpretar.
Cerca de church están también Churchill, cicatrize, cigarette.
En la página de pico están physics, piano, picture.
Junto al ancla aparecen angel, ancient, anatomy.
Con el hacha comparten avenge, away, avoid.
No creo que pase por ahí.
El asunto debe estar en las ilustraciones, que son bastante parecidas a como las describe Borges en su cuento.
Se me ocurre “Hay que destruir con hachas y picos a la Iglesia que nos tiene anclados”.
De todos modos no necesitaba la enciclopedia de piedra para llegar a tal conclusión, pero quizá la insistencia signifique que dejemos de perder tiempo y empecemos de una vez.

Vértigo

Cuando voy por la calle a veces decido caminar sólo por una hilera de baldosas o por el cordón de la vereda, imaginándome que todo el resto es precipicio, lava ardiente, pinchos electrificados y muerte.
Nunca me salgo de las baldosas ni me caigo del cordón de la vereda.
Supongo que si todo ese resto fuera de verdad precipicio, lava ardiente, pinchos electrificados y muerte no podría caminar más de dos pasos sin caerme.
Cuando contemplo un problema imaginario o ajeno, sorteo todas las dificultades natural y magistralmente, pero el vértigo suicida siempre está ahí a la vuelta a la realidad.

Campaña de concientización

Después de leer el post sobre la aplicación para dejar de fumar, decidí instalar el plugin en mi Firefox.
No dejé de fumar, es cierto, pero al menos voy viendo cuánto me ahorraría si dejara.
Será una manera de empezar a tomar conciencia de (al menos) el daño monetario.
No, mentira, es que soy medio nerd y quería probar el plugin.
Aparte la información no es confiable en mi caso porque calcula € por paquete de 20 cigarrillos, cuando yo compro tabaco y me los armo.
Lo peor de todo: casi no uso Firefox.
No sé por qué me lastimo así.

Superpoderes

Volviendo al tema de la Matrix, el otro día visitaba un amigo constructor de claves y estaba por preguntarle si nunca se había lastimado manejando tantas sierras eléctricas, taladros, escofinas y cosas filosas, cuando me dije “no, mejor no, no vaya a ser cosa que justo después de preguntarle se lastime y quede como fierro de por vida”.
No pasaron ni cinco minutos de mi pensamiento, yo estaba hablando con uno de los ayudantes del taller cuando se escucha un relativamente agudo* grito de “Oh, shit!” y al darme vuelta veo a mi amigo Titus con un buen tajo en un dedo y chorreando sangre, diciendo “¡Dios mío! ¡Esto no me pasa casi nunca!”.
Pequeños datos que confirman mi teoría.

* Tratándose de un hombre, fue muy agudo.

Nada me viene bien

Soñé que arriba de mi casa vivía Piazzolla.
Me sentía orgulloso de ser su vecino y me encantaba escucharlo tocar, pero no soportaba cada vez que golpeaba el suelo con el pie para hacer acentos con el bandoneón.

El medio de la nada

¿Cuál es el mejor lugar para estar?
¿En el lugar de los que disparan para la derecha?
¿En el lugar de los que disparan para la izquierda?
Me imagino que no en el medio.
El lugar del medio nadie lo quiere.
Todos (¿todos?) dicen “yo no quiero estar en el medio”.
El medio debe ser un lugar muy malo.
El medio debe ser donde uno recibe disparos de la derecha y de la izquierda.
¿Quién quiere recibir disparos de ambos lados? Nadie.
¿Y de uno de los lados? Tampoco. No deja de ser un disparo.
Mejor me imagino que debe ser hacerse a un lado y ser espectador de cómo se matan los de la derecha y los de la izquierda.
¿Para qué estar en medio?
¿Para qué arriesgarse a recibir un tiro?
Yo no lo merezco.
Que se maten ellos.
Yo miro, aunque espero y rezo para que no me llegue un tiro perdido de alguna otra batalla