Placer parcial vs placer total

Hoy andaba en bicicleta por el invierno de Amsterdam. Todavía hace bastante frío, pero ya se empieza a percibir la luz de la primavera.

La cosa es que bicicleteaba con guantes y como el recorrido era largo, una media hora, llegué a destino con calor en las manos. Cuando me saqué el guante izquierdo (soy diestro) sentí una inmensa oleada de frescura refrescante (sic) en la mano que me recorrió de pies a cabeza. Tanto así que esperé un par de minutos para sacarme el guante derecho y poder volver a experimentar ese placer.

Sin embargo, cuando me saqué el guante derecho la sensación placentera no fue tan intensa como la anterior. Una desilusión, realmente.

La pregunta que inmediatamente me hice (y me hago) fue: ¿Qué clase de placer hubiera sentido si me hubiera sacado los dos guantes inmediatamente? ¿Hubiera sido una suma (X) de izquierdo (A) más derecho (B)? ¿O la percepción de placer en menores dosis pero en más de una ocasión compensa? De todos modos no estoy seguro que A+B=X. Quizá A+B=X-n, aunque también quizá (X-n)>X, pudiendo n ser un número negativo.
Me estoy complicando y ni yo me entiendo. Mejor la próxima me saco los guantes al mismo tiempo.

Pregunta para los Entendidos: qué representa la variable n? La respuesta no necesariamente implica matemáticas.

Punto sin retorno

Me puse a pensar en eso del punto sin retorno.

Para explicar, siempre recuerdo el ejemplo de los astronautas de la misión Apolo nosécuánto, en cuyo viaje ya estarían jugados al pasar cierto punto. O sea: si su viaje ya había ido “X” lejos y salía algo mal, no valía la pena intentar traerlos de vuelta a la tierra porque habrían pasado el “Punto sin retorno” y ya daría lo mismo seguir con la misión (incluso en el caso que ya se sabía que todo iría mal) o intentar salvarlos (cosa imposible luego de ese punto ya nombrado).

El punto sin retorno se aplica en todos los ámbitos. Por ejemplo yo como músico, si estoy sentado en el escenario antes de comenzar a tocar un concierto, ese ya es para mí el punto sin retorno. No puedo retirarme y sólo puedo continuar, por más mal que salga o piense que vaya a salir.

Igual si llega un punto de la reunión en la que ya estás en pedo: el pedo no se desanda, se lleva con la mayor dignidad posible.

Si pusiste una mano en el culo a una chica, ya no hay excusa que te salve y retirar la mano sólo empeora la situación.

La cosa es que pensaba en todo esto y me decía que el problema no es aceptar eso, que es bastante perogrullezco. El tema, la sutileza, la magia y el genio está en identificar el momento justo en el que estamos cruzando esa sutilísima línea que separa el no-retorno del posible-retorno.

¿Alguien sabe dónde está esa línea?

Si todos supiéramos, no habría crímenes pasionales o eyaculadores precoces.

Magia

Estaría bueno que sonara el teléfono y me dijeran:

“Mire, señor Brachetta, le hablamos de la desilería de Whisky de Talisker. Tenemos un problema y vamos a necesitar que nuestros conductos de whisky pasen por la conexión de agua de su casa. Sabemos las molestias que eso ocasionará, por lo que estamos dispuestos a compensarlo con una cifra importante… unos 20.000 euros al mes…”
“¿Cómo?”
“No, no, bueno… digamos 30.000?”
“Pero…”
“Está bien, está bien… 40.000… no podemos afrontar un gasto mayor… lo único, le pedimos que sabiendo que al abrir la canilla de su casa saldrá Whisky Talisker de 30 años de añejamiento, por favor… no abuse de eso… no tendríamos manera de controlarlo…”
“Está bien. No se preocupe.”

Una caricatura

Ayer en un reportaje en radio Mitre, un politólogo (y teólogo si escuché bien?) desde USA criticó, sin justificar las desmedidas consecuencias producidas, la caricaturización de Mahoma que son de dominio público, comparándola en su improcedencia con lo ilegal de reproducir simbología Nazi en Europa.
Quiero mostrar mi desconcierto y desaprobación por dicha comparación.
Cuando los alemanes ocuparon Holanda en 1940, vivían en este país 140.000 judíos, casi todos en Amsterdam.
En 1941, debido a la aparente tolerancia hacia los judíos por parte de los alemanes en este país, esa cifra aumentó a 154.000.
Cuando en 1945 Alemania perdió la Guerra, solo quedaban en Holanda unos 35.000, es decir que casi el 80% de ellos fueron exterminados, sólo en este país.
¿En qué cabeza cabe comparar las manifestaciones a favor de tamaña atrocidad con unas caricaturas publicadas por la prensa libre de un país laico?
Simplemente no existe comparación posible.
Cualquier apología del nazismo no sólo debe ser condenada, sino penalizada, ya que en su momento significó la muerte de millones de personas y la pérdida de libertad de muchos millones más.
Es ridículo que la misma suerte corra la expresión de humor contra una creencia fanática, intolerante y terrorista.
No es cierto que los musulmanes estén profundamente ofendidos por las publicaciones.
Sí es cierto, en cambio, que están atentos a cualquier excusa que les permita exteriorizar su frustración y complejo de inferioridad en forma de violencia.
Como argentino viviendo en Amsterdam desde hace más de 10 años, país con un componente musulmán importante, hablo con conocimiento de causa.
No sólo quiero expresar mi más grande solidaridad con los diarios que valientemente publicaron las caricaturas de algo altamente caricaturizable, sino también repudiar profundamente el fanatismo, del color que sea, de la causa que sea, musulmán, cristiano, nazi, sionista o como se lo encuentre.
El fanatismo es la verdadera y última causa de todos los males que padecemos.

Solidaridad

Ya sé, ya sé que hace siglos que no posteo, pero no pude resistir solidarizarme con no solamente los daneses, sino con el mundo libre.
Me vuelvo a cagar en todos los malditos fanáticos del mundo: musulmanes, cristianos, nazis, comunistas, o lo que sean.
Son la peste del mundo y la causa de todos sus males.