Hacía mucho tiempo que un CD no me sorprendía como el que descubrí la semana pasada en Bretagne.
Es maravilloso, siendo músico desde hace tantos años, ser aún capaz de ser golpeado emocionalmente de manera tan primitiva y sutil al mismo tiempo.
Ahora ya nunca podré olvidar los paisajes de Finistère (qué hermoso, Finis-Terrae: fin del mundo, lo fue alguna vez para aquellos a los que el horizonte les parecía demasiado lejano como para ser desafiado).
Ahora cada vez que escuche esta música recordaré como paseábamos por estos increíbles paisajes, todos mudos y atónitos, reverenciando el sonido del comienzo del barroco, o del fin del renacimiento, que sus límites no son tan precisos como las rocas del fin del mundo.
Y para el que se atreva, cuando encuentre un momento contemplativo e íntimo, alejado de lo cotidiano y trivial, aquí un clip que debe ser escuchado hasta el fin.
[audio:Dextera Domini fecit virtutem.mp3]