Fragmentos de mis Diarios

Mirá, el otro día iba por la calle y no sabés, me encuentro con Beltrami.
Hacía un montonazo que no lo veía. Me re sorprendió.
Al rato, después de hablar un poco de bueyes perdidos, me pregunta “che, ¿vos vas a votar por Massagli como delegado?” “¿Qué?” le pregunté, y empezó con que no me haga y qué se yo.
Yo no entendía nada y le preguntaba “¿De qué me hablás?” Ahí empezó a calentarse y ya me miraba con violencia.
“Dale, no te hagas”, eso es lo que más repetía.
Al final que nos despedimos porque la situación no daba para más.
Dijimos de vernos pronto, pero los dos sabíamos que no sería así.
Mucho más tarde, ya en casa y pensando en lo extraño del encuentro, recordé que Beltrami estaba con el uniforme del colegio y tenía 17 años.
A pesar de mi sorpresa al darme cuenta de eso que en lo imprevisto del encuentro había pasado por alto, eso me sirvió para comprenderlo mejor y no guardarle rencor.

29 de Junio de 2001

Busca Involuntaria

No te busqué, ni te volvería a buscar.
Estabas allí.
Debías estar.
Nunca fuiste mía.
Nunca lo serás.
Y sin embargo me perteneces,
como me pertenecen cada uno de mis recuerdos,
cada una de mis culpas,
cada uno de mis dolores,
cada uno de mis cada unos,
pesándome como cadenas
que me hacen caer y arrastrarme,
y enterrarme,
y mirar, bajo tierra, tu rostro,
día y noche,
noche y día,
noche a noche.
Tu rostro,
la noche,
cadenas,
tierra,
y yo, en el centro de todo,
sin entender nada,
sólo sintiendo el dolor de tu luz que me ciega,
de tu voz que me ensordece,
de tu mirada que me aniquila,
de tu presencia que me mata,
de tu ausencia,
bajo tierra,
encadenado.

22 de Mayo de 2000

Fragmentos de mis Diarios

Estábamos comentando con el doctor Dabove las circunstancias en las que se produjeron los acontecimientos esa mañana de Agosto de 1973 en que apresaron a “canalla”.
El tipo salió del café como si nada, yo creo que envalentonado con la idea de que si fingía inocencia su despreocupación lo protegería.
Pretendió perplejidad con cierta convicción (hasta él mismo, según me confesó creyó en su inocencia por un momento) pero en la comisaría lo cagaron tanto a palos que confesó hasta los pecados de los hijos que no tendría jamás después de las picanas.

E.Barullo
“Aquellos Tiempos”

10 de Enero de 1999

Fragmentos de mis Diarios

Un hombre va a hacer las compras. Mentalmente hace la lista de lo que necesita: pan, galletitas, mayonesa, manteca y cerveza. La repite en voz alta mientras se viste y le encuentra un ritmo para no olvidarla, de todos modos no vale la pena anotarla, son 5 cosas.
Sale a la calle y en lo 400 metros que lo separan del supermercado va cantando la lista, ya que ahora le puso hasta música.
Cuando está por entrar pasa un conocido en bicicleta que lo saluda, al pasar, por su nombre. Él le contesta un simple “chau” con la mano en alto.
Entra al supermercado y se detiene en seco frente al escaparate del pan.
No recuerda la melodía ni el ritmo. Sólo le viene a la mente “pan”. Nada más.