Fragmentos de mis Diarios

Reportaje exclusivo
Guillermo Brachetta responde a nuestro periodista estrella

Periodista – Guillermo, creo que no hacen falta presentaciones, pero sería bueno que hagas un breve resúmen de tus logros, ya que esta nota será publicada también en países como Nueva Zelanda, Namibia e Indonesia, donde tal vez no toda la gente conozca mucho sobre vos.

Guillermo – Bueno, mis comienzos, a principio de los 80’s fueron bastante afortunados. Sin embargo creo que el punto de inflexión en mi vida fue el momento en que recibo el premio, en 1989. De allí en más no puedo decir que fue todo más fácil, sino más “acolchonado” para decirlo de algún modo.

P – Sin embargo un premio Nobel implica una gran responsabilidad ¿no es así?

G – Bueno, lo del Nobel en realidad fue en el 90. Yo me refería al premio de honor en matemáticas, en el colegio secundario.

P – Se lo cataloga a Ud. como un “idealista romántico”. ¿Qué hay de cierto en ello?

G – Creo que cuando se tiene mucho dinero y poder uno puede darse el lujo de llamarse “idealista romántico”

P – Recientes declaraciones nos muestran a un Guillermo preocupado por lo social, por lo humano, como por ejemplo el hambre de millones de negros en el corazón de África.

G – Bueno, sí, ese es un problema que hay que eliminar de raíz.

P – ¿Ayuda internacional? ¿Acción comunitaria?

G – Mmmm… no. Creo que fui lo suficientemente claro al decir “de raíz”. Expongo mi método: (el párrafo que seguía fue suprimido para la edición en Namibia)

P – La reelección para un segundo mandato en su cargo no parece haberle quitado el sueño, aunque últimamente se lo ve poco en los medios. ¿A qué se debe?

G – En realidad esto es una primicia, pero dado lo masivo de esta publicación creo que es un buen momento para darla: estoy dándole las pinceladas finales a mi nuevo libro.

P – ¡Un nuevo libro! ¿Nos puede adelantar algo?

G – No mucho por el momento, salvo que es un estudio, creo que definitivo, sobre el vacío.

P – ¡Física molecular!

G – Perdón, sobre el bocio. Es un libro de medicina, bueno, con anécdotas interesantes… graciosas. Muy ameno.

P – ¿Nos puede adelantar alguna?

G – Bueno, en primicia, el caso de ese pobre hombre que tenía un bocio testicular. En el libro hay un capítulo dedicado a rememorar cómo lo molestábamos con mis compañeros de primaria. A tal punto que aún no queda muy en claro si lo suyo era una enfermedad o un producto de lo que nosotros le… mmmm…. hinchábamos las pelotas.

P – Vayamos a lo específicamente suyo, aunque decir “específico” en su caso no sería justo dado lo diverso de las ramas que domina. De cualquier modo, y si me lo permite, me gustaría que profundizáramos un poco en su especialidad: la dactilografía.

G – Sí, digamos que no es impropio denominarla mi “especialidad” ya que es el tema al que le vengo aplicando mis esfuerzos mayores en los últimos años.

P – ¿Por qué la denomina Ud. “dactilografía aplicada”? Dado que es una ciencia eminentemente práctica ¿no es una redundancia?

G – No, porque en este contexto “aplicada” tiene otra connotación. Yo uso la palabra como sinónimo de “esmerada”.

P – ¿Por qué esa catalogación?

G – Bueno, hay gente que escribe a gran velocidad, pero de manera descuidada, y luego recurre al Liquid Paper u otro corrector para solucionar el problema, quedando como resultado una hoja llena de manchitas blancas. Para peor, a trasluz se ve más.
Yo me jacto de escribir de 15 a 17 palabras por minuto, pero sin errores.

P – Pero tengo entendido que Ud. posee el record mundial de 103 palabras por minuto.

G – Es cierto, eran todas “y”.

P – Su obra en 7 volúmenes sobre el tema está por aparecer. ¿Merece tanta tinta el tema?

G – Hagamos algunas aclaraciones: primero, la letra es más bien grande. Segundo, el libro en sí consta de 30 páginas, el resto son ejercicios de dictado. Por ejemplo el tomo 3 es “Don Quijote de La Mancha” íntegro. Hemos quitado, eso sí, las ilustraciones, para darle más seriedad al trabajo.

Fragmentos de mis Diarios

Voy a explicar gráficamente lo que voy a hacer cuando sea Rey de Argentina.

Explicación

1) Escritorio. Sobre él, una jarra de cristal con agua y un vaso, más bien común. En la única silla que hay detrás estoy sentado yo.
2) Puerta del galpón, de tipo corrediza, de metal, sólo pintada con antióxido.
3) Fila de gente.
4) Línea pintada sobre el piso con la leyenda “No pasar”
5) Persona siendo “atendida”

Pocos días después de mi asunción al mando, dispondré de este galpón.
Su piso será de cemento sin revestir, las paredes cubiertas sólo con enduído fino, en las que sólo habrá un mapa de Argentina, tipo escolar.
Techo de chapa.
Muchos tubos fluorescentes.
Por mi escritorio pasarán, de a uno, todos los habitantes del país. A veces bastará sólo mirarlos, en otros casos será menester un corto interrogatorio a fin de decidir por qué puerta deberá salir.
Las puertas son:

6) Conduce a la calle
7) Conduce directamente a un foso de muchísima profundidad con pinchos electrificados.

La gente que pase el exámen tendiente a determinar si es merecedora o no de pertenecer a la nueva etapa del país, saldrá por la puerta 6 diciendo “Para qué mierda me llamaron?”. El resto abonará las pampas.
Sus bienes serán confiscados y engrosarán el tesoro nacional.

Objeción

Teniendo en cuenta que en la Argentina hay aproximadamente 35.000.000 de habitantes y considerando un promedio de 30 segundos p/p, eso nos da la atención de 1440 personas por día de 12 hs de trabajo (sin contar pausas) o sea que harían falta 66,59 años para atender a toda la gente, eso es trabajando 12 hs por día sin descansar Sábados y Domingos, y teniendo en cuenta toda la gente que nacerá en este tiempo, me parece que voy a tener que buscar muchos ayudantes apostados en las ciudades más importantes.
Claro que tendrá que ser gente de absoluta confianza.

27 de Enero de 1997

Guille oral

Cuando instalé un software que reconoce la voz hablada y lo transforma a palabras estuve unos días probando “escritura automática”, decir lo que viniera a la mente, sin pensar.

Estos son algunos fragmentos:

Hola, ¿me pregunto por qué siempre comienzo diciendo hola? ¿Será una vana costumbre? ¿Será un modismo inaudito que refleja una incultura y una falta de seriedad totales?

No lo sé. No tengo la más remota idea. No se me ocurre que carajo pueda llegar a ser.

El otro día soñé, soñé… ¿por qué uno sueña? Qué oscuros reflejos producen nuestros sueños? Nadie ha sido aún capaz de descifrarlo. Por ejemplo: la otra noche cenando con Ruti me puse a desarmar mi encendedor y separe todas sus partes. Esa misma noche, en mis sueños, me compré un encendedor que venía todo separado pieza por pieza.

¿No es esto muestra contundente del poder de los sueños? ¿No muestra esto, acaso, los profundos abismos en los que se esconde nuestro inconsciente? Ni los estudios más profundos realizados sobre el tema han sabido determinar la profundidad inaudita y la oscuridad infinita que oculta nuestra mente humana.

Dios nos hizo grandes, Dios nos hizo libres, Dios nos hizo mortales, Dios nos hizo…

Creemos en el libre albedrío. ¡Qué ficción! ¡Qué profunda mentira nos han vendido! Ahora bien: ¿quién nos ha vendido esa mentira absurda? ¿Acaso no toman de idiotas? Pobrecitos…

Cuando crecemos, cuando nos acostumbramos a nuestro propio yo, cuando miramos al espejo y descubrimos una mirada entristecida, un un dejo siniestro

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Historia del mecánico Pérez

José Pérez se levantaba cada mañana a las cinco. No iba a trabajar. No tan temprano. Munido de su bolsa marinera recorría las panaderías de su barrio mendigando mendrugos de pan del día anterior. Tanto sacrificio y sin embargo no era para el. Con su bolsa llena de ilusiones visitaba a los niños sin hogar de asilo en asilo repartiendo ilusión plena, llena de las más buenas intenciones cristianas que hoy en día tanto faltan en nuestra sociedad.

Los niños nunca lo comprendieron así. Ante su humilde generosidad los niños se mofaban de él arrojándole desperdicios, basuras y productos fecales. José Pérez nunca perdía su sonrisa, esa sonrisa de indecible beatitud. Más bien la actitud de los niños ingratos promovían sus buenas obras que llegaban a los límites rayanos en la demencia. Lleno de excrementos volvía a su casa plena de magnífica sensación de santidad.

No tenía tiempo de tomar su ducha y se iba a su trabajo todo cagado.

Una mañana de septiembre, después de muchos preavisos, su jefe le dijo:
— no podemos soportar más el hedor inmundo que traes cada día la oficina. Esta despedido.

José Pérez, entristecido, volvió a su casa

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Redacción tema la banca vacas vacas vacas vaca vacas vacas vacas vaca la vaca es un animal bondadoso, un animal con una profunda dulzura intrínseca.

Ella nos provee de la leche y la carne, ella nos da paz, tranquilidad y amor, ella nos da tantas razones para seguir creyendo globalidad que nosotros nos estamos en nuestras buenas intenciones admirar los profundos ojos de una vaca desangrada.

Profundas emociones implican profundos sentimientos. Sentimientos que no por profundos están escondidos. La vaca indulge a la humanidad con su bienestar redentor.

La vaca nos da la sangre y nos provee de morcilla.

La vaca nos da el matambre, nos da la tira, nos da la molleja, nos da los sesos, nos da el chinchulín.

La vaca nos provee de bondad, nos provee de salud, nos provee de bienestar, nos provee de bendiciones inauditas.

Sus pequeños hijos producen aún placeres más intensos: la carne más tierna, más sabrosa, más (en general) bendita.

Otro animal a ser respetado es el cerdo. El cerdo nos da el pechito de cerdo.

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Reunión de egresados

Cuando en aquella primavera de 1963 nos reunimos todos juntos después de largo verano separados, nos miramos a los rostros implorando piedad uno del otro.

Sólo habían pasado tres meses, pero todos estábamos muy cambiados.

Paulina, siempre con su gesto adusto y un tanto extravagante, dejaba reflejar en su mirada un profundo viso de irrealidad.

José María, ausente como siempre, no estaba.

Pedro Carlos y la parentela destilaban bondad por todos sus poros. Más bondad que la acostumbrada. Mucha más…

Todos nos miramos con perplejidad. No era para menos, 13 nosotros habían muerto en este trágico verano.

Cuántas horas de indecible deleite y gozor nos habíamos perdido… cuánta parranda… cuanto bienestar… cuanto… cuanto, cuanto.

Todo había comenzado en el invierno de 1959 cuando nos encontramos por primera vez en el ciclo inicial básico de la escuela perito moreno. ¡Qué escuela! ¡Aquellos profesores! ¡Cuántas chupinas! Horas y horas de placer inaudito y lleno de bendiciones.

Pedro Pablo dijo:

– muchachos, dejemos de molestar a los vecinos. No tiremos más naranjas podridas sobre el techo de nuestro prójimo.

– Para, para – dijo Celestina – ¿por qué no? ¿Acaso el verdulero no nos regala esas naranjas podridas? ¿Por qué no habríamos de usufructuar con el trabajo desperdiciado de otros que no tienen con quien compartirlos y sentirse piadosos? ¿Acaso no se advirtió que se quite la viga del ojo propio sin mirar la paja del ojo ajeno? ¿Acaso es más fácil atravesar el jardín del Edén con los ojos cerrados que pisar pozos ciegos descalzo, sin zapatillas y con tapones en los oídos?

– Muy fácil es hablar así… pareciera que los ratones te hubieran regalado la lengua. Creo que deberías callarte la boca. Si, callate la boca. Sos una idiota… una verdadera pelotuda.

El ambiente se había caldeado un poco demasiado. ¿Tan sólo un poco?

Alguien encontró un revólver en un cajón. ¿Quién lo habría dejado allí? Nadie hubiera podido responder esa pregunta. Tampoco nadie pudo responder a la policía cinco horas más tarde quien había descerrajado un balazo en la cabeza de Paulina.

Paulina yacía tendida en el suelo en un charco de sangre. Nadie sabía si había muerto desangrada o por el impacto de proyectil.

La policía estuvo tres horas haciendo indagaciones. Las explicaciones se contradijeron. Todos se acusaban mutuamente. La policía no tuvo más remedio.

Dieciocho años más tarde, una tarde de 1981, los tres amigos de la escuela decidieron hacerse una última chupina. La última.

Esta tarde en la que salieron de la cárcel todos tomaron su pastilla de cianuro y decidieron morir felices.

Alejarse

Una vez en una película oí una frase que me quedó grabada para siempre y me golpeó como una trompada.

“Cuanto más te alejas, más fácil es alejarse”

Para el que no sepa leer más allá de una frase, no creo que que su verdad esté en la segunda parte, sino en la primera y en lo que implica. O, dicho de otro modo, su fuerza y verdad no están en la palabra “fácil” sino en su contrario implícito.